lunes, 17 de septiembre de 2007

Que es el VIH/SIDA

¿Qué es el VIH/SIDA?

Comencemos por explicar lo que significan los acrónicos VIH y SIDA.

El VIH es el Virus de Inmunodeficiencia Humano.

SIDA
significa: Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida.

Síndrome
: Conjunto de manifestaciones (síntomas) que caracterizan a una enfermedad.
Inmuno: Relacionado con el sistema de defensas de nuestro cuerpo.
Deficiencia: Indica que el sistema de defensas no funciona o funciona incorrectamente.
Adquirida: Que se adquiere y se contagia. No es congénita ni hereditaria.


¿Cómo se diferencian el VIH y el SIDA?

  • El VIH es el Virus de Inmunodeficiencia Humano que causa, en etapas avanzadas, el SIDA.
  • Tener SIDA significa que su sistema inmune se ha debilitado y resquebrajado, haciéndolo susceptible a contraer infecciones o enfermedades oportunistas que dañan la salud de la persona.

Ser portador de VIH (o VIH positivo) no es lo mismo que tener SIDA

  • El cuerpo humano produce anticuerpos para luchar contra las enfermedades. En el caso del VIH los anticuerpos solamente muestran que la persona se infectó.
  • Esto significa que el virus está presente en cuerpo y que puede transmitirlo si no se toman medidas de prevención correspondientes.
  • Muchas veces el VIH está inactivo por un tiempo y la persona no tiene síntomas de enfermedad, aunque SI puede transmitir el virus a otras personas.
  • Generalmente las personas con VIH no se enferman por muchos años.
  • Pero si la persona no sabe que tiene VIH y/o no se medica adecuadamente, su sistema inmune se debilita con el paso del tiempo.
  • Entonces es que las infecciones o enfermedades oportunistas, como los virus, parásitos, hongos y bacterias que normalmente no causan problemas, pueden afectar su salud seriamente.

¿Qué es el sistema inmune o sistema de defensas?

  • En el medio en que vivimos existen gérmenes (virus, bacterias, hongos y parásitos) capaces potencialmente de atacar nuestro organismo. Nuestro cuerpo se defiende de estos agresores gracias al sistema inmune, cuya función es destruir estas infecciones.
  • Este sistema de defensa actúa principalmente a través de un tipo de glóbulos blancos de la sangre llamados linfocitos que vigilan permanentemente nuestro organismo.
  • Cuando un germen penetra en nuestro cuerpo es reconocido por los linfocitos. Estos dan la alerta al resto del sistema inmune para que lo destruya, atacándolos directamente o por medio de sustancias llamadas anticuerpos.
  • Por lo tanto, la presencia de anticuerpos en el organismo indica que estamos o hemos estado infectados por ese virus.

La fortaleza del sistema inmune se mide a través de un examen que mide las Células-T, también llamadas Células CD4. Una persona sana tiene un conteo entre 500 y 2.000 Células-T o CD4. Estas son las células que el VIH destruye cuando se multiplica indiscriminadamente en el cuerpo humano de una persona con VIH que no sigue un tratamiento médico adecuado.


¿Cómo actúa el VIH?

  • El VIH ataca a los linfocitos (Células T o CD4) que son los directores de nuestro sistema de defensa.
  • Inicialmente el VIH permanece en estado latente, es decir, “dormido” dentro de los linfocitos. En algunos casos, al pasar del tiempo, a menudo años y por causas aún no bien determinadas, el virus se activa, es decir “despierta” y comienza a destruir los linfocitos.
  • De esta forma el VIH debilita progresivamente el sistema inmune, ocasionando que nuestro organismo no pueda luchar adecuadamente contra diversos gérmenes.
  • Cuando una persona llega a tener menos de un conteo de 200 Células-T o CD4 se dice que tiene SIDA, es decir, que su sistema inmune ha sido suficientemente deteriorado que es presa para muchas infecciones oportunistas.

¿En qué fluidos del organismo se encuentra el VIH?

  • El VIH ha sido aislado en numerosos fluidos del organismo: sangre, semen, líquido preseminal, secreciones vaginales, leche materna, y en cantidades muy pequeñas en saliva y lágrimas.
  • Sin embargo, es muy importante saber que sólo en sangre, semen, líquido preseminal, secreciones vaginales y leche materna existe concentración de VIH suficiente para producir la transmisión.
  • Es imposible contraer el VIH a través de la saliva o de las lágrimas, así como por la picadura de un insecto o por el sudor.

¿De qué manera se transmite el VIH y cómo prevenirlo?

El VIH puede transmitirse por tres vías:

  1. Por Vía Sanguínea:
    • Transmisión: Se produce a través del intercambio de agujas, jeringas y/o cualquier elemento punzante sin esterilizar y por transfusiones de sangre no controladas.
    • Prevención:
      • Nunca intercambiar o compartir agujas y jeringas con otra persona. Una sola vez puede ser suficiente para contraer el VIH. Dado que la vía sanguínea es la más efectiva para la transmisión.
      • Usar una nueva aguja y jeringa descartable cada vez.
      • Controlar que todo procedimiento que incluya algún corte o punción (pinchazo) se realice con material descartable o esterilizado (dentista, manicura práctica médica, etc).
      • En cuanto a las transfusiones sanguíneas, se ha reducido al mínimo el riesgo ya que desde 1985 debe controlarse la sangre a transfundir.
  2. Por Transmisión Sexual:
    • Transmisión: El paso del virus se realiza a través de las lesiones o heridas microscópicas que se producen durante la penetración y otras prácticas sexuales. Es así como los fluidos de las personas portadoras de VIH ingresan al cuerpo de sus parejas. Las relaciones sexuales pueden transmitir el VIH ya sean éstas homosexuales o heterosexuales, se trate de relaciones vaginales, anales o buco genitales. Es decir, es un error pensar que sólo los homosexuales o personas promiscuas son vulnerables al VIH. Un solo contacto de sexo sin protección con una persona portadora de VIH es suficiente para la transmisión.
    • Prevención:
      • Lo único que puede protegernos en las relaciones sexuales es el uso correcto del preservativo (condón) de látex. Éste actúa como barrera mecánica impidiendo el intercambio de fluidos (semen, líquido pre-seminal, fluidos vaginales, sangre) y el contacto de semen con sangre.
      • Se debe usar el preservativo siempre, tanto en sexo oral como en todas las relaciones que impliquen penetración vaginal, o anal, incluso cuando la mujer está embarazada.
      • El preservativo debe cumplir con las normas IRAM y ser usado antes de la fecha de vencimiento.
      • Los preservativos deben guardarse en un lugar fresco, ya que el calor puede arruinar o romper el preservativo con facilidad. Hay que evitar el uso de lubricantes de aceite, como vaselina, parafina o lanolina, porque disminuyen la resistencia del latex.
      • Cada preservativo debe ser utilizado UNA SOLA VEZ. Debe retirarse antes que se pierda totalmente la erección para que el semen no se derrame al interior de la vagina o el recto. Los preservativos deben utilizarse de a uno, ya que el uso de dos preservativos aumenta el riesgo de roturas.
      • Además, en la actualidad se cuenta con preservativos femeninos.
      • La píldora anticonceptiva, la T de cobre, el ligamiento y demás instrumentos contra el embarazo no protegen contra la transmisión del VIH.
  3. Por Transmisión Prenatal de Madre a Bebé (Transmisión Vertical).
    • Transmisión:
      • Una mujer portadora del VIH puede transmitir la infección a su bebé durante el embarazo, el parto o la lactancia.
      • El virus puede transmitirse al bebé durante el embarazo, el parto o por la leche materna, si la mujer no recibe atención médica.
      • La posibilidad de transmisión es mínima cuando la mujer se controla el embarazo, realiza el análisis de VIH, recibe tratamiento adecuado y evita el amamantamiento.
    • Prevención: Es aconsejable que la pareja conozca su serología antes de la decisión de un embarazo. Si durante el embarazo la futura madre descubre que tiene VIH, debe hacerse tratar inmediatamente para evitar transmitírselo al bebé. El riesgo se reduce casi en su totalidad si la mujer es tratada con los medicamentos adecuados durante su embarazo y evita darle de lactar a su bebé, usando sólo leche preparada. Las posibilidades de transmisión de la madre al hijo si no se realiza ningún tratamiento son de aproximadamente 30%. En cambio, si se realiza un tratamiento y los controles adecuados, las posibilidades de transmisión se reducen a menos del 3%

¿Cómo evitar la transmisión del virus de la madre al bebé?

  • Cumplir con los controles médicos desde el comienzo de tu embarazo.
  • Solicita que te realicen el análisis de VIH con el primer control médico, antes del tercer mes de embarazo.
  • Si el resultado del análisis de VIH es positivo, es importante que sigas las indicaciones médicas y apliques las medidas de cuidado para evitar las transmisión al bebé (hacer los controles y el tratamiento clínico, suspender la lactancia materna.)

Si tienes VIH y estás embarazada:

  • Es importante que recibas el tratamiento médico cuanto antes para preservar tu salud y evitar la tranmisión al bebé.
  • Puedes tomar la medicación indicada a partir del 3° mes de embarazo.
  • No le des el pecho a tu bebé. Puedes alimentarlo con leche maternizada que será provista en el hospital.
  • Tiene que traer al bebé al control médico todos los meses y hasta los 2 años de vida.

Es importante recalcar que el temor y la desinformación por desconocer las verdaderas vías de transmisión no nos lleven a la discriminación o aislamiento de la persona viviendo con VIH o enfermo de SIDA. Ellos necesitan de nuestra comprensión y apoyo para poder sobrellevar las dificultades físicas y emocionales que sufren. El VIH/SIDA es un problema de todos.

Asimismo es fundamental que sepas que tienes derecho a guardar secreto sobre tu estado de salud y confiarlo solo a tus seres queridos, que comprenden y acompañan.

También puedes confiar en el equipo de salud, que te ayudará y no dirá tu nombre ni tu enfermedad sin tu autorización.

I


¿Cómo no se transmite el VIH?

  • El sexo con protección impide la transmisión del VIH. De ahí que, si se protegen, las personas que viven con VIH pueden tener relaciones sexuales sin riesgo de transmitírselo a sus parejas sexuales.
  • El VIH no se transmite por contactos corporales simples como dar la mano, compartir un espacio, de trabajo, un inodoro, cubiertos, abrazos, etc.
  • No se adquiere por compartir juegos infantiles o acudir a una escuela a la que asista un niño que vive con VIH.
  • Los mosquitos (o cualquier otro animal) no transmiten el VIH.
  • El VIH no se transmite por la saliva durante el beso, excepto si ambas personas tuvieran lastimaduras sangrantes en la boca.

No hay riesgo de que el personal de salud contraiga el VIH si se aplican los protocolos de bioseguridad.


¿Cómo saber si se ha contraido el VIH o SIDA?

  • Podemos saberlo mediante un sencillo examen de sangre. Este examen nos indica si esa persona tiene anticuerpos frente al VIH, lo cual determina que ha contraído el virus.
  • Si usted ha tenido cualquier comportamiento de riesgo y desea saber si ha contraído el VIH, debe hacerse este examen. Algunas personas sufren de lo que se llama “infección aguda” del VIH, es decir, se enferman con síntomas parecidos a los del dengue o de una fuerte gripe a las dos a cuatro semanas de la transmisión. Pero aproximadamente la mitad de las personas portadoras no notan nada.
  • Sin embargo, si usted sospecha que la transmisión ha ocurrido recientemente, recuerde que hay la posibilidad que el examen de anticuerpos salga negativo, a pesar de tener el VIH.
  • Entonces se tiene dos alternativas: Esperar de tres a seis meses para hacerse el examen de anticuerpos de VIH, o hacerse lo que se llama un examen de “carga viral” con la asistencia de un médico infectólogo que sí detecta la presencia del virus al poco tiempo de la transmisión.
  • Las pruebas son absolutamente voluntarias y nadie puede obligar a una persona a someterse a ellas. La exigencia de la prueba sin consentimiento es un acto ilegal que debe ser denunciado.

I


Historia del VIH/SIDA

Los primeros casos del SIDA fueron descubiertos en la ciudad de Los Ángeles (EEUU) en junio de 1981. Allí, el Dr. Michael Gottlieb y colaboradores describen la inusual aparición de enfermedades características de pacientes inmunodeprimidos en pacientes jóvenes previamente sanos. En otros términos, lo que llamó la atención de estos profesionales fue la presencia de enfermedades oportunistas (pulmonía, sarcoma de Kaposi, entre otras) en cinco pacientes sin antecedentes médicos que pudieran explicar esta situación. Estas enfermedades oportunistas son las que eventualmente causan la muerte de las personas enfermas.

Este cuadro fue inicialmente interpretado de la siguiente forma:

Todos presentan enfermedades oportunistas a un sistema inmunológico deprimido, por lo tanto debía existir un trastorno de las defensas, lo que rápidamente se comprobó con pruebas de medición de la misma.

Un agente infeccioso, sexualmente transmisible, debía ser el responsable de esta nueva enfermedad.

La creencia inicial acerca de que esta enfermedad se restringía a los homosexuales llevó a algunos autores a denominarla “Síndrome de Inmunodeficiencia relacionada con los homosexuales”. En agosto del mismo año, 111 casos similares habían sido reportados al CDC (Centro de Control de Enfermedades) de los EE.UU., lo que llevó a organizar un registro nacional de casos en ese país. Subsecuentemente, nuevos casos de SIDA fueron descritos en otros grupos: hemofílicos, comunidades haitianas, drogadictos, pacientes transfundidos, hijos de madres en grupos de riesgo, las parejas heterosexuales de personas infectadas, trabajadores de la salud, etc. En poco tiempo, la comunidad médica, y con ella la sociedad entera, fueron tomando conciencia de la existencia de una nueva epidemia sin precedentes en la historia de la medicina.

El aislamiento y descubrimiento de un agente viral (el VIH) en material proveniente de un paciente en París, por el equipo dirigido por el Dr. Luc Montagnier en 1983 fue corroborado meses más tarde por Robert Gallo en los Estados Unidos, e identificado como el causante del SIDA.

A partir del año 1984 se desarrollaron las pruebas para el examen de sangre serológico, es decir, la detección de anticuerpos contra el VIH circulantes en el cuerpo humano, lo que abrió un nuevo campo para los estudios epidemiológicos y clínicos, así como para la prevención de la transmisión a través de los bancos de sangre.

Los primeros avances medicinales se hicieron con los ensayos de Zidovudina (AZT) iniciados en 1986, abriendo las primeras evidencias acerca de la posibilidad de obtener un tratamiento para esta patología. Estas evidencias se vieron confirmadas con el surgimiento de otros compuestos antivirales. Paralelamente, el uso de otras sustancias ya conocidas como el interferón, antibióticos de diversa estirpe y una variedad de quimioterápicos fueron incrementando notablemente el armamento disponible, el cual, si bien insuficiente para curar el virus, resultaba apto para mejorar la calidad de vida y para prolongar la vida de los pacientes afectados.

A partir de 1991, el AZT se vió acompañado por otras drogas nuevas, como el DDI, DDC, 3TC, D4T, etc., desarrolladas para luchar contra el VIH, que difieren de la primera por su menor toxicidad. Estas alternativas abrieron el camino para tratamientos combinados o secuenciales. Desde 1995 se generalizó la utilización de la terapia con dos de las mencionadas drogas en forma combinada. La superioridad terapéutica de los “cócteles” o combinación de hasta tres drogas fue demostrada por primera vez en la XI° Conferencia Internacional sobre SIDA que se llevó a cabo en la ciudad de Vancouver en 1996. Más recientemente, la introducción de un nuevo grupo de medicamentos llamados “inhibidores de proteasa” e “inhibidores no-nucleósidos” han permitido lograr una significativa mejoría en la lucha contra la infección y las expectativas de vida de las personas viviendo con VIH.

En el ámbito mundial se han descubierto hasta la fecha tratamientos muy avanzados. En 1987 una persona con VIH debía ingerir más de 20 pastillas al día para vivir 3 o 4 años más. Para 1999 la ciencia había avanzado mucho y un paciente podía ingerir 3 pastillas diarias y tener un promedio de vida de 20 años más. En estos momentos en los Estados Unidos ya hay tratamientos de 1 pastilla por día y una persona con VIH puede vivir casi como con una enfermedad crónica (Ej. Diabetes), es decir, los medicamentos aíslan y suprimen el virus de tal manera que se puede llevar una vida prácticamente normal, siempre y cuando la persona no descuide su tratamiento.

Sin embargo, aun superados los obstáculos para sintetizar una vacuna segura y efectiva, quedará por resolver el acceso masivo e igualitario a la misma. Obtenida una vacuna contra el VIH/SIDA, la humanidad se verá enfrentada al desafío de ponerla al alcance de la población de todas las regiones del mundo, sin que razones de desarrollo económico o capacidad de compra interfieran con ese objetivo.

El VIH/SIDA registra eventos únicos en la historia de la medicina, tales como que una sesión especial de la Asamblea General de la ONU se reuniera en 1988 declarando por unanimidad, “de interés universal”, la lucha coordinada contra la enfermedad.

El 1° de diciembre de 1994, en ocasión del Día Mundial de la Lucha contra el SIDA, los jefes de estado o representantes de 42 países reunidos en Francia, firmaron la Declaración de la Cumbre sobre SIDA en París que declara la humanidad amenazada por la pandemia del SIDA y compromete a los países firmantes a implementar las estrategias adecuadas para enfrentar la emergencia sanitaria.

La historia del VIH/SIDA no comienza obviamente en Los Ángeles en 1981. Dicha referencia nos remite a la primera comunicación en la literatura médica, aunque ulteriores estudios retrospectivos permiten detectar casos en pacientes fallecidos en las décadas del 60 y 70 en África desde donde aparentemente se propaga la enfermedad con el contagio de monos infectados hacia humanos.

Y así como la historia del VIH/SIDA no tiene una fecha precisa de comienzo, carecemos al presente de información que nos pueda permitir pronosticar su extensión. Aun en el caso que una vacuna estuviera masivamente disponible para todo el planeta en los próximos años, las generaciones actuales tendrán que seguir lidiando con las consecuencias de la actual epidemia por el resto de sus vidas.

El conocimiento de la historia de esta epidemia resulta una base útil para repensar nuestros enfoques de la salud pública, los sistemas que están supuestamente a su servicio y las actitudes sociales frente a los fenómenos epidémicos. Tal vez de esta manera, la próxima epidemia, cualquiera que ella fuera, nos encontrará mejor preparados para enfrentarla y vencerla.